Periodismo
Entrevista Jodorowsky/ APSI
Revista APSI Nº142
24 de Abril al 7 de Mayo de 1984
CULTURA
ALEJANDRO JODOROWSKI
A BAJARSE DEL TIGRE LOCO
Sergio Marras, desde París
Se fue de Chile en 1953, entre otras cosas, porque nadie le pudo enseñar alquimia. Pilar fecundador de la discutiblemente llamada generación del cincuenta (Donoso, Lihn, Edwards, Giaconi, Cassigoli, etc...), fue ideología y locura del arte chileno medisecular. En México se entrelazó con los grandes: John Lennon, George Harrison, Fernando Arrabal, entre muchos. Creó el movimiento Pánico, basado en el filosofía del Dios Pan, y sus películas El Topo y La Montaña Sagrada (financiada por el sello Apple y John Lennon) le gritaron a Europa que lo marginal podía y debía tener más espacio público que lo oficial. Jodorowski se consagró... Nunca ha querido abandonar su nacionalidad chilena, pero en Chile hay casi nadie lo conoce, aunque su generación lo venere con nostalgia y en secreto. Hoy tiene cincuenta y tantos y cien obras de teatro, una academia de masaje iniciático, una escuela de mudras y miles de seguidores parisinos en su predicación del Tarot: un gurú. También es uno de los principales guionistas de comics de Europa (ver Creación) y sus historias son traducidas a las principales lenguas... Salió de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile y hoy pertenece a la cultura universal. Conversó con APSI en un café de París y en medio de sus lecciones de universo...
Bueno, tú estas a punto de sacar una novela sobre Chile que se llama El paraíso de los Loros...
Transcurre entre los años cuarenta y cincuenta, pero no es Chile tal cual: es un universo paralelo.
Pero los personajes existieron.
Claro, pero están un poco deformados. Sale Neruda, González Videla y varios de mis amigos.
Pero, bueno, ¿qué tiene de Chile y qué no?
Tiene todo y no tiene nada.
Pero tú no has estado allá desde el 53...
Claro, pero entre el cuarenta y cinco y los cincuenta se da una generación de chilenos absolutamente locos y ellos forman parte de mi novela. Son también mis amigos.
Quiénes? ¿La generación del 50? ¿Edwards, Lihn, Lafourcade?
Bueno, Enrique Lihn, Armando Cassigoli, Lafourcade, Humeres, Lucho Oyarzún. Todos trabajan de tonies, pero al correr de la novela dejan de ser ellos y se transforman en seres mitológicos. Edwards no trabaja en mi novela, porque era un niño muy aburrido. No daba para desarrollar mitología.
¿Qué tipo de mitología?
Mitología araucana.
Y tú, ¿qué recuerdas de los araucanos?
Los araucanos son algo que nunca tocamos, pero que si sospechamos. La verdad es que yo nunca los había conocido porque cuando viví en Chile ni siquiera los intelectuales se preocupaban de ellos. Una vez, en París, conocí a un cabalista alquimista: Grad, quien tenia un anillo en el que aparecía un araucano tomando soma, una bebida misteriosa. Le pregunté que es eso. Un anillo araucano, me dijo. Había estado en Chile y se habla hecho iniciar por una machi araucana. Entonces me saltó la liebre y me puse a estudiar a los araucanos y me di cuenta que las machis tenían un mensaje secreto frente al cual Castañeda se queda chico. Pero no te quiero contar más sobre ella, mi novela.
¿Me puedes contar cómo termina ya que no se puede saber más?
Hay una revolución en la que el país se desprende del mapa, se muerde la cola y va por el espacio como un satélite en una cruzada espiritual. Como el Jijad del Islam.
¿Que otros fantasmas te quedaron de Chile, además de ése?
Bueno, están todos en el libro. Yo me quedé con una memoria de Chile en la que lo pasé divinamente bien, estaba bien: tenia mi teatro y también mis relaciones sexuales. Me fui porque no podía aprender nada más. Nadie me podía enseñar alquimia, por ejemplo, ni el Tarot, ni el cine como yo lo sentía. Entonces me lancé a buscar algo que calmara mi angustia de muerte. En ese tiempo nos preocupábamos sólo de nosotros mismos; los demás no existían, a pesar de que andábamos en grupo y a partir de las seis de la tarde estábamos todos borrachos en conjunto.
Allen Ginsberg, cuando le hablan de Chile se acuerda de ti y dice 'los chilenos no están locos, son locos'.
La última vez que vi a Ginsberg fue cuando llegué a París y me sumergió en un cabaret homosexual que se llamaba Il Fiaco, donde habla diez metros cúbicos de homosexuales; lo tuve que atravesar para ir a tomarnos un trago. No sabes lo loco que está él; pero claro, tiene razón: Chile es un país loco. Cuando yo cuento acá lo que pasaba en Chile en la época en que viví allá... Era el hipersurrealismo; nadie cree, por ejemplo, que un poeta exquisito se dejó morir sin lavarse y se murió de sucio, u otra poetisa, que era campeona de kárate, y en los bares, para llamar la atención, se atravesaba el brazo con una aguja y luego mostraba los senos. Y uno estaba al lado de ella y decía que era su novio y que lo querían asesinar y agarraba a puñetazos a la gente. Yo conocí a muchísimos locos...
Bueno, Chile quizás está ahora ultrasuperextrahiper surrealista. ¿Has tenido la oportunidad de conocer la obra de los nuevos chilenos?
No. Lo último que he conocido de producción chilena es la empanada que me comí hace dos meses en un restaurante de París. Es la última manifestación chilena que he conocido. Fue muy emocionante. Había también pastel de choclo, pero era con choclo de lata así que no estuvo muy bien...
Bien, quizás no habrás conocido obras de jóvenes pero si habrás conocido jóvenes chilenos.
Por supuesto, y mi impresión es que están menos locos que antes y más apaleados.
¿Ustedes eran más locos?
Nosotros, con el flaco Lihn, que ahora está gordo, hacíamos funciones de marionetas. Una vez hicimos una obra de Valle Inclán y con lo que nos pagaron arrendamos una victoria y nos fuimos corriendo detrás. Cuando nos topábamos con una fuente la atravesábamos por la mitad y seguíamos corriendo detrás de la victoria. Hacer una cosa así ahora quizás nos costaría el pellejo. También inaugurábamos estatuas con discursos.
Tu arte es siempre humor; de cualquier manera se llega siempre más o menos profundamente a lo cómico; ¿por qué?
Siempre hay que redescubrir el humor. Las novelas tienen que ser cómicas. Todo el arte. No se debe pretender que el arte apremie. Apremios huevones. No hay que ser huevón serio. Entre los chilenos de los cuarenta a los cincuenta nadie era huevón grave.
Parece que después nos agravamos mucho más todos...
Bueno, Chile ha pasado un gran drama. Ojalá que se nos pase. En el universo hay tres movimientos principales: la creación, la conservación y la destrucción. Ahora esta destrucción no es muerte, es transformación. Entonces, cuando en un país hay para conservación y no hay creación ni transformación se produce una momificación. Ahora, en general, la humanidad está en una etapa de destrucción y eso me pone optimista...
¿Cómo así?
Si, porque vamos a entrar a una época totalmente diferente. Una era de desarrollo del ser humano. El ser humano no está condenado a desaparecer sino a perdurar. Los paises son niños chiquitos que van a crecer y se van a convertir en planetas. De aquí a cien años nadie va a hablar de paises y los héroes patrios van a ser payasos: payasos buenos de los que la gente se va a reir...
Volviendo a lo de la destrucción, aquí, en Europa, se está sintiendo más de cerca que nunca. ¿Cómo lo está viviendo la gente que te rodea?
Unos bien, otros mal. Es el movimiento necesario para que se vendan cocinas eléctricas y otros artículos de consumo. El consumo de los ciudadanos funciona de acuerdo al terror que se les implanta y a la frustración sexual a la que están sometidos... y a la mala interpretación de los Evangelios.
Creo que es necesario explicar esa tesis un poco más...
El ser humano tiene que consumir y vivir aterrado... A los niños hay que coartarles la imaginación intelectual, emocional, sexual y corporal. Al ser humano se le prohibe transformarse. Se le prohibe ascender a otros niveles. El dinero, que debería ser un elemento vital —porque es energía solar—de transformación espiritual del hombre hacia planos superiores, se usa como lastre y como prisión.
Y eso de los Evangelios...
Si, se interpretan mal. Se hace sentir a la gente culpable de todo. Se cree que los santos son frustrados sexuales, impotentes o frígidas. Se nos hace vivir como que el hombre tuviera al diablo entre las piernas. Se considera la energía sexual impura. Entonces los ciudadanos son limitados en todo para que no evolucionen. Porque la evolución, tarde o temprano, hará cambiar todo el sistema.
Y el arte puede denunciar ese estado de cosas...
El arte es sagrado. Es una toma de conciencia, pero no una toma de conciencia política porque la conciencia política ya existe. Ahora hay que tomar conciencia del individuo mismo, del centro divino del individuo mismo. Hay que buscar la identidad planetaria y olvidarse de la identidad folklórica.
Pero, ¿cómo puedes difundir esas ideas más allá de los iniciados y de los amigos...?
Así, como estamos hablando, va llegando. Cuando a Jacinto Benavente un periodista desagradable lo abordó en la calle y le preguntó: Maestro, ¿cómo llegó usted a ser homosexual?, él le respondió: Igual que usted, preguntando. Por eso, te digo, vamos a evolucionar hablando, hablando, cambiando nuestras ideas. Tenemos que darnos cuenta que la alegría fraterna está permitida, que la creatividad está permitida. La labor del arte es desarrollar la imaginación en la vida.
¿Ves alguna frontera entre el arte y la ciencia? ¿O para ti son lo mismo?
El arte es infinitamente superior a la ciencia. Cuando la ciencia llegue a la perfección va a ser arte. Cuando cualquiera cosa llegue a la perfección va a ser arte. La policía va a llegar a la perfección cuando llegue al arte, cuando los pacos cambien los pitos por pianos y usen pianitos eléctricos para dirigir el tránsito, cuando los dictadores sean capaces de bailar ballet clásico aunque sea en la punta de las botas, entonces estaremos muy cerca de la perfección. Y el arte nos salvará. Es cierto que el arte, desgraciadamente, se ha puesto al servicio de la gente poderosa. Se ha convertido en un esclavo, en un perro, en un bufón por dinero. El arte sagrado no será eso.
Pero, ¿qué pasa cuando el arte es sólo para la élite...?
Es que el arte no puede ser eso. El arte de élite ya terminó. Tiene que ser arte popular. Y ahora arte popular bien entendido. Gran parte del arte "popular", hasta ahora, ha sido arte para cretinos, para huevones incultos. Eso es menospreciar al hombre popular. El hombre popular creó la catedral de Notre Dame, el Tarot, los grandes monumentos, etc... El arte viene del inconciente colectivo; en definitiva, de lo popular; por lo tanto, lo popular no son solamente las cuecas.
El artista es sólo un instrumento...
Somos nada más que antenas transmisoras, flautas por donde sopla un burro divino.
¿Y ese burro divino es el pueblo?
Es el inconciente individual y colectivo, y más lejos aún: es la divinidad de la raza humana.
¿Realmente encuentras divina a la raza humana?
Sí. Acuérdate que este periodo histórico va a ser tirado a la basura. En doscientos años más, los seres humanos van a tener vergüenza de nosotros: ensuciamos el planeta, nos destruimos, nos asesinamos.
¿Nadie se salvará de esa visión?
Habrá gente, excepciones que en este período habrán cabalgado sobre el tigre loco como testigos y una vez que este haya muerto de cansancio se bajarán de él y evolucionarán hacia otras cosas. El tigre, que es este periodo nefasto, será enterrado y nadie se acordará de él nunca más.